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Columnas de opinión

Más allá de la fiesta

Estamos en época de celebraciones. Partió a comienzos de octubre con el día de la hispanidad (Día de la Raza, Encuentro de Dos Mundos, en algunos países), seguido por Halloween y el día de los muertos, dos fiestas antiguas que han renacido en la cultura popular de los últimos años. En Estados Unidos noviembre se cierra con uno de los feriados más importantes del año, el Día de acción de gracias.

Y justo después en diciembre comienzan el adviento, período especial para el mundo cristiano, y Chanukah, el Festival de Luces de los judíos

Para muchos de nosotros estas fiestas significan un descanso merecido de la rutina laboral; para los niños un día libre del colegio, tal vez un divertido disfraz, regalos. Pero estas celebraciones también nos ofrecen una oportunidad de reflexionar sobre nuestras culturas, sus fechas importantes y la manera en que las celebramos. 

Pero estas celebraciones también nos ofrecen una oportunidad de reflexionar sobre nuestras culturas, sus fechas importantes y la manera en que las celebramos. 

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El primero, que antiguamente celebraba “el descubrimiento” de Colón, ha sufrido varios cambios a lo largo del hemisferio, llamándose el Día del Respeto a la Diversidad Cultural en Argentina, Encuentro de Dos Mundos en Chile, el Día de la Raza en Bolivia, Colombia y Honduras. En Estados Unidos se llama, simultáneamente, el Día de Colón, y el Día de los Indígenas Americanos. En México y Perú, cunas de las civilizaciones y los imperios más antiguos e importantes del continente, ni siquiera se celebra. Algo parecido ocurre en Estados Unidos en noviembre, con el Día de Acción de Gracias, el feriado familiar por excelencia que conmemora un momento histórico más complejo y violento de lo que muchas veces queremos recordar.

En 2021, vale la pena hacer la pregunta: ¿qué estamos conmemorando en estas fechas? El ‘descubrimiento’ de un ‘nuevo mundo’ o la caída de las civilizaciones indígenas -algunas grandes y poderosas- sometidas por el poderío europeo? 

La respuesta puede ser diferente para cada uno de nosotros, pero la clave para llegar a ella está en los textos históricos de nuestros diferentes países y culturas, los mitos y leyendas que han llegado a nuestros tiempos gracias a la tradición oral, y los documentos y comentarios históricos y políticos -de ambos lados del Atlántico- que ofrecen visiones contrastantes que, en su conjunto, nos permiten entender los diferentes aristas de la historia sobre la cual está construida nuestra realidad. Preguntas complejas pero enriquecedoras para compartir, justamente, en un día libre.

La popularidad de Halloween y el Día de los Muertos, a finales de octubre y comienzos de noviembre, ha ido en aumento en estos últimos años, presentes más que nunca en nuestra cultura popular, tanto en Estados Unidos como en América Latina. Este año, por primera vez desde que comenzó la pandemia, las calles de Nueva York se llenaron de personajes en disfraces y máscaras, desde lo clásico -fantasmas, brujas y hadas- hasta lo más contemporáneo -Jeff Bezos en su traje de astronauta, una vacuna contra el Covid-19-, aportando un muy ansiado momento lúdico y comunitario después de tantos meses de aislamiento. Probablemente no es casual que ha sido tras un período de enfermedad y tragedia que han resurgido la popularidad del Halloween y el Día de los Muertos, y de la literatura y el cine de terror – recordándonos, tal vez, de las dos caras de nuestras celebraciones más típicas. Una vez más, la literatura puede ofrecernos pistas hacia ello: con los cuentos de misterio y terror podemos no solo disfrutar de unas muy buenas lecturas, sino también profundizar un poco en esa psicología humana que nos impulsa a salir de noche disfrazados y a leer historias escalofriantes para sentirnos vivos, esa necesidad humana de conectar con lo que está más allá de nuestro conocimiento humano.

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A un año y medio del inicio de la pandemia, mientras muchos de nuestros países, además, están lidiando con crisis sociales y políticos, el tema de las celebraciones resulta más espinoso que nunca. Para muchos de nosotros Covid-19 ha traído tragedias, dificultades e incertidumbres de todo tipo, y en muchos países las situaciones políticas y económicas no dan para festejos. Pero también necesitamos celebrar. ¿Qué hacemos? Nos tomamos ese día libre para simplemente descansar, no más?

Creo que en tiempos adversos y revueltos, las celebraciones son más importantes que nunca, una válvula de escape que todos necesitamos. Pero no son simples, las celebraciones que marcan momentos importantes nunca son simples. Mi hija, por ejemplo, siempre sufre un poco cuando cumple años. Esa fecha en que deja atrás una edad y entra en otra le produce felicidad por los globos, juegos, y regalos, pero también cierta melancolía al saber que deja atrás un tiempo que no volverá a vivir. 

Las celebraciones, tal como vemos en el texto que hemos destacado este mes, no siempre son lo que esperamos. Pueden traer alegrías, penas y confusiones – todo al mismo tiempo. 

Pero siendo conscientes de eso, podemos vivirlas entendiendo que la experiencia humana es compleja, intensa, y contradictoria, también. 

Pero la lectura, la literatura, las palabras de los sabios, nos puede ayudar a asimilar esos momentos especiales en todas sus contradicciones, para reflexionar y, sí, ojalá, encontrar algo de paz y reconciliación – con la llegada de Colón a estas tierras, con nuestros muertos, y con los familiares en la cena de Thanksgiving. Igual que el dios Jano, dios de los comienzos y los finales, las celebraciones tienen dos caras, y la literatura puede ser un puente entre ellas. ¿Qué mejor momento para reflexionar sobre estas cosas que un día feriado?

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